martes, 15 de agosto de 2017

Viajeros...


"...y la nostalgia y el tiempo y los recuerdos y la vida, simplemente se van..."

Esta noche vuelvo a retomar un poco el escribirles, con una necesidad de catarsis o quizá simplemente la necesidad imperiosa de atención (de alguien o de algo).

La realidad es que uno pasa por la vida como un viajero, se despierta cada día con un nuevo boleto en blanco en donde conforme pasan las horas, se va escribiendo el destino, el rumbo hacia donde uno se dirige; aveces son destinos cortos, rápidos, algunos otros son grandes viajes que continúan aún escribiéndose en ese boleto, conforme va avanzando el día o los días, las semanas y los meses, incluso los años, hay boletos que empezaron a escribirse desde hace mucho y no se han perdido en el tiempo.

Pero el tema de hoy es ese boleto, ese con el que despiertas un día, lo tomas fuertemente con esas escasas fuerzas que aún te quedan y decides tú mismo ponerle un rumbo nuevamente. Con mano temblorosa y tal vez sin tanta decisión y convicción, pero sabes que quieres salir de donde te dejó el último boleto o tal vez, sólo quieres cambiar de vagón en ese tren que sabes que está a punto de descarrilarse.
Cuando por fin terminas de escribir ese boleto, te das cuenta que con esa letra temblorosa, escribiste el nombre de alguien mas para que te acompañase en ese viaje. Te suben y la ayudas a subir contigo, se preparan para abordar, suben tomados de la mano, sonríen, toman asiento y le sonríen al señor boletero quien pide sus boletos de abordar y les pregunta el destino, respondes con voz temblorosa "al ojalá". Ella te voltea a ver con una sonrisa a media mueca y expectante de lo que sucederá.

Inicia el maquinista la marcha, los dos nerviosos y con una especie de felicidad en sus rostros. ¿Porqué se nota tan ansiosa? -te preguntas- ¿porqué le sudan las manos y esconde su sonrisa? ¿porqué ha empezado a llorar?. ¿Es acaso miedo lo que tienes? -preguntas- confía en mí, toma mi mano, todo va a estar bien. Nunca lo ha estado - dice-, pasan una, dos, tres estaciones intentando tú por una parte calmarla y ella cada vez mas nerviosa. 

Empiezan los gritos, ¿qué está pasando? -te preguntas con susto- ¿cómo te ayudo, cómo puedo borrar esas lágrimas?. NO PUEDES -grita- y se levanta, corriendo sin mas. El tren ha parado en una estación semi desierta, tu no lo habías notado por estar concentrado en ella.
De pronto y sin más, se levanta y corre hacia la salida, baja la escalera mientras el tren inicia su marcha, tu no puedes correr tan rápido como ella y no logras alcanzarla, gritas que detengan esto pero es imposible. 

La puerta se a cerrado frente a ti, tu estas en el vagón y ella, ella del otro lado, con la cara hacia abajo, sin voltearte a ver.

Vas pegado a la ventana, viendo su reacción, sigue ahí, de pie y sola, te preguntas ¿pero que diablos hice mal esta vez? y antes que su imagen se pierda en la distancia, notas que levanta su rostro y ves quizá, por ultima ocasión, esos labios color sangre y esa mirada de veneno hipnotizarte. Eleva su mano y con un gesto mueve su cabello hacia un lado, colocandolo detrás de su oreja. Te voltea a ver y alcanzas a leer en sus labios "perdón", mientras se gira a hombros encogidos dándote la espalda, agacha la cabeza y se marcha, mientras tu también lo haces, rumbo al "Ojalá".

"...y el viaje continúa, el destino sigue incierto y tú...sigues solo en el viaje..."

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